lundi 30 juin 2014

Las 10 Islas habitadas mas inaccesibles del mundo

Las 10 islas habitadas mas inaccesibles del mundo

Por: Paco Nadal
Atolón Pacífico-Paco Nadal
En pleno siglo XXI todavía quedan lugares cuyos habitantes no pueden salir en zapatillas a pedirle pan a los vecinos…. ¡porque los vecinos más próximos están a cientos de kilómetros de proceloso océano!
Estas son las islas habitadas más remotas que existen, lugares a los que para llegar (o salir) te lo tienes que pensar dos veces:
Tristan da Cunha
1. Tristan da Cunha (Reino Unido)
Ostenta el honor de ser el lugar habitado más alejado de cualquier otro lugar habitado del planeta. Esta isla volcánica perteneciente al Reino Unido y con apenas 300 habitantes emerge en pleno Atlántico sur a 2.810 kilómetros de Ciudad del Cabo (Sudáfrica) y a 2.334 de la isla –también británica- de Santa Helena. El peñasco es tan abrupto que no hubo manera de construir un aeropuerto. La única vía de comunicación de Tristán da Cunha con el resto del mundo son dos barcos de una compañía pesquera, el MV Edinburgh y el MV Baltic, que cada dos meses hacen la travesía desde Ciudad del Cabo. El viaje dura unos seis días, si la mar no se pone canalla. Cada barco tiene una capacidad máxima para 12 pasajeros. Los no residentes en la isla tienen además que solicitar un permiso previo para que sea autorizada su estancia en el archipiélago.

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2. Kanton Island (Kiribati)
El 5 de mayo de 2010 Alex Bond, un navegante oceánico británico, ancló su pequeño velero, el Mary Powell, con el que hacía la travesía desde Hawái hasta Australia, frente a la costa de un atolón perdido en el Pacífico. Su sorpresa fue mayúscula cuando vio salir de la espesura a un grupo de nativos que le pedían ayuda. Los 24 habitantes de Kanton Island, uno de los islotes que componen el pequeño país de Kiribati, habían sido olvidados por su gobierno y llevaban meses sin recibir ayuda exterior. Los 14 adultos y 10 niños que quedaban en la isla estaban famélicos y hambrientos. Bond les dio comida y organizó por radio una expedición con víveres. Kanton es el más septentrional de los atolones del archipiélago de Kiribati y está a 1.760 kilómetros de la capital de la república, el lugar habitado más cercano. Lo curioso es que tiene una pista aérea de 1.900 metros de longitud construida por los americanos durante la II Guerra Mundial. Pero en la década de los 70 quedó abandonada.

Sentinel
3. Isla North Sentinel (India)
Esta isla del mar de Andamán, al este de Golfo de Bengala (océano Índico) no es inaccesible por su lejanía. De hecho está a pocas millas de la isla grande de Andamán. Lo es por otra razón más singular: sus habitantes son fieros aborígenes que hasta el día de hoy no han permitido que nadie desembarque en sus costas. Cualquier intento de hacerlo ha concluido con una lluvia de flechas y una ferocidad extrema. No se sabe nada de ellos: ni cuántos son, ni a qué grupo étnico pueden pertenecer, ni cuál es su lengua o su cultura. Viven aún en el Paleolítico. La isla tiene 72 kilómetros cuadrados, está cubierta de jungla y rodeada por un arrecife que hace imposible acercarse a la costa durante 10 meses al año. Un intento de desembarco por parte de unos antropólogos que estaban filmando un documental en 1974 acabó con el director herido por una flecha y el grupo en desbandada. Hubo nuevos intentos de aproximación en los 90, pero fueron igual de inútiles. A los habitantes de estas islas les trae al pairo la modernidad.

Kapingamarangi (Micronesia)-Paco Nadal
4. Kapingamarangi (Federación de Micronesia)
Once días de navegación en un pequeño velero de 45 pies necesité para llegar a este remoto atolón del Pacífico el pasado mes de abril. Kapingamarangi es una isla coralina de apenas un kilómetro cuadrado de superficie habitable donde viven 350 personas ajenas al resto del mundo. Son autosuficientes: tienen agua potable, pescado, cocos, bananos, cerdos, gallinas, taro, calabazas… La única forma de llegar a la isla es alquilando un barco –como hice yo- o esperando al carguero del gobierno micronesio que dos o tres veces al año va hasta Kapingamarangi para llevar víveres, combustible y enseres varios. El barco trae de vuelta también para sus vacaciones a los alumnos de bachillerato, que han de ir a estudiar a la capital del estado, Pohnpei, situada a 750 kilómetros de Kapingamarangi. Una vez al año pasa un crucero de lujo cuyos pasajeros descienden en botes al atolón si la climatología lo permite.

Pitcairn
5. Pitcairn (Territorio Británico de Ultramar)
Cuando en 1789 Fletcher Christian y otros 11 marineros se amotinaron en el HMS Bounty protagonizando la rebelión a bordo más famosa de la historia, abandonaron al capitán Bligh y sus fieles en una barcaza y tomaron las de Villadiego tratando de encontrar una isla perdida en el Pacífico donde nadie los encontrara. Esa isla resultó ser Pitcairn, un viejo volcán que emerge en una esquina de la Polinesia. Si sería remoto entonces que aún hoy llegar o salir de Pitcairn es una aventura. No hay aeropuerto y la única comunicación es mediante un carguero que varias veces al año viene desde Mangareva, en las islas Gambier (Polinesia Francesa) o a bordo de algunos cruceros de lujo que pasan por aquí.


Isla de Hornos-Paco Nadal
6. Isla de Hornos (Chile)
El Cabo de Hornos, el fin del continente americano por el sur, no está en el continente, sino en una isla. Una isla remota, rodeada por un mar embravecido, donde parece estar situada la fábrica mundial de viento. Antes vivían aquí tres militares chilenos que daban soberanía a este mítico punto de la navegación mundial. Desde hace unos años quien se encarga del faro y de la estación meteorológica es un militar chileno que vive aquí durante un año con su familia. Aunque parezca mentira, hay más de 500 solicitudes cada año para el puesto. A la isla solo se puede llegar en barco privado o en uno de los dos cruceros que hacen el recorrido de los canales patagónicos entre Punta Arenas (Chile) y Ushuaia (Argentina).

Island Tokelau 2
7. Islas Tokelau (Nueva Zelanda)
En este archipiélago formado por tres atolones coralinos que juntos no suman ni 10 kilómetros cuadrados de tierra emergida viven casi 1.500 personas. Pero no hay aeropuerto ni línea marítima alguna con Nueva Zelanda, país del que dependen. La única conexión con el mundo es el carguero que llega cada pocos meses. Aun así se las han arreglado para ser el primer territorio del mundo que obtiene el 100% de su energía mediante fuentes renovables. Los 4.032 paneles fotovoltaicos y 1.344 baterías han obrado el milagro.

Agalega
8. Islas Agalega (República de Mauricio)
Dos pequeñas islas perdidas en el océano Índico, a 1.100 kilómetros de isla Mauricio. Aunque hay una pequeña pista de aterrizaje en la isla del norte, no existen vuelos comerciales. La única forma de arribar es en barco: dos días y medio de navegación desde Port Louis, capital de Mauricio. La población actual no supera los 300 habitantes.

Palmerston Island
9. Palmerston (islas Cook)
El Pacífico está lleno de islas remotas y de difícil acceso. Otra de ellas es Palmerston, una de las islas del archipiélago de las Cook. Está a 500 kilómetros de la isla habitada más cercana y solo recibe la visita de un carguero con provisiones dos veces al año. Lo curioso de Palmerston es que 60 de sus 62 habitantes descienden del mismo hombre: William Masters. Este carpintero británico se estableció en la isla en 1863 para cultivar cocos y procesar su aceite. Cada seis meses pasaba un barco a recoger la mercancía. Masters se fue con tres mujeres polinesias con las que tuvo 23 hijos. Ellos heredaron la isla.

Hopen island
10. Hopen Island (Noruega)
Las islas Svalbard son el territorio permanentemente habitado más cercano al Polo Norte. Apenas 900 kilómetros separan el techo del globo terráqueo de este curioso archipiélago noruego cubierto en buena parte por hielos y donde hay más osos polares que humanos. La mayoría de la población vive en la isla grande, Spitzbergen. Excepto cuatro científicos que pasan el año cuidando la estación meteorológica de Hopen Island, la más aislada de todo el archipiélago. Un pedazo de tierra de 33 kilómetros de largo por dos de ancho donde solo hay hielo, rocas y aves marinas.  F,P,D Univers. "Ideas del hombre y más .......".


mercredi 4 juin 2014

Las Familias del VIno

F,P,D Univers. Las familias del vino

Generaciones unidas por sacar el máximo partido a sus cepas

Recorremos cinco bodegas donde padres e hijos viven obsesionados por un mismo sueño

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Eulogio Pomares y Rebeca Montero, de pie a la izquierda, junto a los padres del primero, María Ángeles Botana y Eulogio Pomares Zárate. Sentados en el suelo, los nietos Eulogio y Bernardo. / SOFÍA MORO
Son familia. Porque llevan el mismo apellido, porque un día sus antepasados comenzaron el negocio o porque ellos lo levantaron de cero, lo han transmitido a sus hijos y aspiran a que estos hagan lo propio con sus nietos. Pero también porque forman parte de un círculo más amplio, el de los vinos españoles, rico en diversidad y que cada día gana terreno internacional, en paralelo a la gastronomía española. A golpe de una buena relación calidad-precio, de tradición, pero también de innovación. A base de invertir en darse a conocer, apostando por el trabajo en la viña, a diferencia de antaño, cuando los vinos cobraban importancia en las bodegas. Con filosofías diferentes, pero igual de interesantes y válidas, respetando el terruño, recalcando que el negocio vitivinícola es estratégico para España, número uno en viñas y en el tercer puesto mundial en litros producidos. “Es de las pocas industrias que no se puede deslocalizar”, dicen, pues el secreto de un buen caldo está en la tierra, en obtener las mejores uvas, en sacar el mayor partido a las cepas, a las variedades autóctonas.
Hemos viajado por cinco de las grandes zonas vitivinícolas españolas. Hemos entrado en bodegas, paseado entre viñas y probado una veintena de vinos. Hemos charlado con productores de Tudela de Duero (Valladolid), de Haro (La Rioja), de Sant Sadurní d’Anoia (Barcelona), de Meaño (Pontevedra) y de Jerez (Cádiz); con familias dedicadas al negocio del tinto, del cava, del blanco y del fino. De Mariano García y sus hijos, artífices de Mauro, a Isacín Muga e hijos y sobrinos, responsables hoy deMuga. O a Recaredo, donde la familia Mata lleva tres generaciones elaborando cavas de extraordinaria calidad; o a Zárate, donde Eulogio Pomares se empeñó en rescatar las viñas familiares del olvido, ensamblando albariños, loureiros tintos e incluso orujos, tradición casi olvidada. Y por último, a Tío Pepe, de González Byass, donde la familia González continúa, 179 años después, con un producto singular y un negocio que históricamente le debe casi todo a las exportaciones.
“Nosotros somos siete miembros en una empresa de tercera generación. Nos llevamos bien. Pero lo más difícil de una empresa familiar es mantenerse en el futuro. Cuantas más generaciones avanzan, más complicada se hace la convivencia y la gestión”, reflexiona Manuel Muga, en La Rioja. Resulta curioso escuchar días después a Pedro Rebuelta González, en Jerez, respecto al mismo asunto. Porque en el caso de González Byass, empresa que hasta 1988 estuvo en manos de dos familias, pero que ahora es solo propiedad de los González, los relevos no son sencillos. Actualmente son más de 150 personas emparentadas entre sí en el consejo, de la quinta generación la mayoría (como el propio Pedro): “Cada vez resulta más complejo. No todo el mundo puede esperar trabajar aquí, pero sí tenemos que pensar en contar con los mejores”.
“Es muy importante una buena delimitación de responsabilidades y funciones. Nosotros tenemos un protocolo firmado desde hace años donde se establecen las condiciones para acceder a la empresa, a nivel de formación, de idiomas… Además, es fundamental la confianza en el otro y tener muy clara la filosofía y la línea a seguir”, explica Eduardo Muga. Su tocayo, este apellidado García, enólogo en Mauro, bodega fundada por su padre, Mariano García, uno de los personajes más relevantes del mundo vinícola español, apunta en igual dirección: “Mi padre, mi hermano y yo tenemos un objetivo común, elaborar el mejor vino posible”.
Lo más difícil de una empresa familiar es mantenerse en el futuro. Cuantas más generaciones avanzan, más complicada se hace la convivencia y la gestión”, reflexiona Manuel Muga
“Ojalá mis nietos sigan con la bodega”, sueña Mariano, que adquirió el gusto por el vino desde pequeño, pues su padre era encargado en Vega Sicilia, bodega de la que fue enólogo hasta finales de los setenta. Fue entonces cuando fundó Mauro en Tudela de Duero, fuera de los límites geográficos de la Denominación de Origen Ribera del Duero (Valladolid), con la desventaja económica que eso suponía, pero al tiempo con la libertad de no quedar encorsetado. “Para empezar hay que tener unos conocimientos y la mejor viña, porque si tienes una uva buena harás un vino excelente. E ir poco a poco. Yo comencé con 4.000 botellas en 1978 [hoy producen entre 200.000 y 350.000, según la cosecha]”. La generación de Mariano adolecía, sin embargo, del conocimiento exhaustivo de la tierra. Habla su hijo Eduardo: “En España, la viticultura empezó tarde. Mi padre siempre me insistía: ‘¡Aprende de viñas, aprende de viñas!’, porque él sabía que faltaba eso”. Le hizo caso. Primero estudió en Requena (Valencia), y más tarde, en Burdeos (Francia), la gran escuela.
Jorge Muga, el primer miembro de toda la historia de su familia con un título en enología, también mira a la tierra. “El campo antes estaba muy abandonado. Funcionaba como una rutina y se le daba más importancia a los enólogos, que rara vez pisaban el viñedo. Ahora es justo al revés. Nos hemos dado cuenta de que la materia prima es lo primordial”. Su padre, Isacín Muga, el patriarca tras la muerte de su hermano Manuel en 2007, lo repite hasta la saciedad: “La educación es muy importante, cada día más. Yo no tenía los conocimientos que tiene Jorge. Yo tenía ilusión, pero hice burradas en el campo. Él ha estado ocho años en Francia, en Sudáfrica, en Australia… Y eso lo lleva encima”.
En estas familias, la química entre sus miembros es básica para el éxito. “De cada cien cosas que dice mi padre, solo estoy en desacuerdo en dos o tres, pero se las digo”, ríe Eduardo García, de Mauro. Aunque escucha sus consejos y se aprovecha de sus conocimientos: “En el plano enológico tengo la suerte de continuar la línea de un maestro. Cosas que otros han visto difíciles en enología, yo las he visto fáciles gracias a él”. También es fundamental no tratar de ganar dinero a toda costa, ser paciente, pensar a largo plazo y no ponerse nervioso ante un mal año. “Imagina un enólogo en una compañía en la que los que se sientan en la mesa no son entendidos. Y viene una cosecha como la de 2013 y dices: ‘Vamos a hacer solo el crianza y menos de lo habitual’. Te echan a la calle al minuto siguiente. Sin embargo, aquí nadie pestañea”, explica Jorge Muga, inmediatamente cortado por su primo Juan, siempre atento a la broma: “¡No te creas que no nos hemos acordado de ti!”.
La educación, la transmisión de conocimiento y el consejo de los mayores no están reñidos con la experimentación y las trayectorias, en algunos casos novedosas, que siguen las nuevas generaciones de viticultores españoles. Por ejemplo, en Recaredo, llamado así en honor al padre del fundador, Josep Mata, que con poquitos medios excavó bajo su casa una gruta que aún se conserva y donde la familia Mata almacena miles de botellas de cava brut nature (sin azúcar añadido) y de largas crianzas (hasta 10 años en botella antes de salir al mercado). Allí, bajo el techo húmedo y cubierto por un manto natural de hongos en el que puedes hundir los dedos sin problema, Ton Mata explica con mimo cómo realizan todo el proceso hoy día, comenzando por la viña, en base a conceptos biodinámicos: “En la viticultura convencional, en la integrada y en la ecológica actúas en el viñedo en función del patógeno que te ataque, que normalmente es un hongo o un insecto, utilizando un fungicida, que puede ser de síntesis o natural, pero siempre con la mentalidad de matar a ese patógeno. Sin embargo, la biodinámica plantea la sanidad en la agricultura de manera proactiva, intentando que el suelo contenga muchos seres vivos, equilibrando todos los eslabones de la cadena. La idea es controlar, más que asesinar. Es un concepto que funciona solo si estás dispuesto a bajar la producción”.
“En España, la viticultura empezó tarde. Mi padre siempre me insistía: ‘¡Aprende de viñas!’, porque él sabía que faltaba eso”, dice Javier García.
Las viñas de Recaredo son distintas también a simple vista: “Tenemos el suelo con una cubierta vegetal. Dejamos que crezca la hierba para que no lo haga tanto la cepa”, explica Ton. Justo lo mismo que hacen, en el lado opuesto de la Península, en Meaño (Pontevedra), en la bodega Zárate: “Sobra de todo, hay un exceso, y por eso la hierba ayuda, porque obliga a la cepa a competir con ella. Recuerdo el cachondeo en la zona cuando empecé a no trabajar la tierra”, dice Eulogio Pomares, que reactivó la bodega familiar, fundada en 1707 por Diego Zárate y Murga, primer marqués de Montesacro. Durante siete generaciones, la casa familiar elaboró siempre vino, fundamentalmente para el consumo propio, aunque Ernesto Zárate, tío abuelo de Eulogio, fue el fundador de la fiesta del albariño de Cambados.
Pero no fue hasta el año 2000 cuando Eulogio habla con su padre, también Eulogio, ya jubilado, pero médico de profesión, y que había heredado tiempo atrás las viñas de unas tías solteras, y le da un impulso que le ha llevado a que su vino esté hoy presente en 22 países, a pesar de que es una bodega pequeñita, con una producción de 75.000 botellas anuales. Eulogio hijo explica que la bodega goza de buena salud: “Hubo quien vendía mucho a nivel nacional y nunca se preocupó de exportar. Nosotros siempre tuvimos claro que cuanta más diversificación, menos riesgo”.
Alberto García, de Mauro, asegura que ellos no han notado apenas la crisis económica. Dice que no tienen clientes tan grandes como para que la baja de uno de ellos pueda suponer una herida de muerte al negocio. Y han diversificado. Están en unos 70 países. “Ha llegado un punto en el que no necesitamos más, pero procuramos seguir aumentando la exportación para tener una presencia global más fuerte. Porque aunque solo sean unas pocas botellas en un nuevo país, eso te aumenta la notoriedad y disminuye los riesgos”.
Alemania, Reino Unido, Estados Unidos y Francia son los que más gastan en vino español, según la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV). Somos el tercer productor mundial, aunque el primero en superficie de viñedo, con algo más de un millón de hectáreas. Más que Francia (800.000 hectáreas) o Italia (769.000), en cabeza en número de litros. “El gran drama en España es que no hay consumo”, reflexiona Eulogio Pomares. Cada español bebió 19,9 litros de media en 2012 (hace una década superábamos los 30), lejos de las cifras de Luxemburgo (50,7 litros por habitante), Francia (47,7), Portugal (42,5) o Italia (37,1). “Es el principal reto que tenemos, que la gente vuelva a consumir. Es un producto de la tierra, es sano y ayuda a la economía española. Pero es un tema que tiene muchos factores. Como el cultural: hoy las comidas familiares entre semana son menores que antes, porque la gente trabaja fuera”, reflexiona Mauricio González-Gordon, de González Byass.
La transmisión de conocimiento y el consejo de los mayores no están reñidos con la experimentación que siguen las nuevas generaciones de viticultores españoles"
¿Qué hemos hecho mal? “Es la educación. En Canadá, para combatir el botellón se creó un programa para enseñar a los niños en los colegios la cultura del vino. Hay que educar en el aroma, en el gusto. Mi niño de cuatro años cata todos los vinos que bebo. Coge la copa, la huele. Por ejemplo, en Francia hay otra cultura. Le dan valor al artesano. Y tienen una filosofía de país. En España, muchos bares compiten por ver quién tiene más ginebras. Es absurdo. ¡Luego vas al Soho en Londres y ves más cubiteras con vino que otra cosa!”, opina Pomares.
Pero hay espacio para el optimismo. Todos lo dicen. Hay futuro. Y una cocina de calidad mundial que también tira del carro. Según la revistaRestaurant, que elabora la lista gastronómica más prestigiosa, tres de los diez mejores establecimientos del mundo son españoles: el primero, El Celler de Can Roca; el cuarto, Mugaritz, y el octavo, Arzak. “Afortunadamente, nos ayudan mucho. Josep Roca, por ejemplo, siempre nos ha echado una mano. Ahora no está elBulli, ni Can Fabes, pero poder decir que hemos estado ahí, además de que seguimos en Can Roca y enSant Pau en Cataluña, o en Mugaritz y Akelarre en el País Vasco, o enDiverXo en Madrid, es una herramienta de marketing muy poderosa”, reconoce Ton Mata, de Recaredo.
Aunque precisamente Recaredo es el ejemplo de lo difícil que es exportar. Ellos tienen un producto especial, con botellas que en algunos casos superan los 100 euros, y con una competencia, el champán, que supone un imán demasiado atrayente para mercados como, por ejemplo, el chino, voraz consumidor de productos de lujo. Porque los franceses representan el glamour, un apelativo difícil de vencer, aunque en términos de calidad nuestros vinos no tengan nada que envidiar, según opinan todos los productores con los que hablamos, que resaltan que España tiene una variedad incomparable, con 85 denominaciones de origen protegidas. El otro país en dura competencia es Italia, cuya ventaja es que siempre han contado con la inestimable ayuda de una red extensa de inmigrantes en el extranjero. “Es cuestión de historia. Franceses e italianos nos llevan mucha ventaja”, asegura Eduardo García.
“Podríamos haber sido como Italia o Francia, que van todos bajo una misma bandera. Creo que en muchas ocasiones hemos pecado de ir al extranjero demasiado separados. Creo que últimamente esto se ha mejorado, pero tenemos que empujar entre todos”, dice Carlos González-Gordon, de González Byass. La buena noticia es que hay margen de mejora, una excelente materia prima y ganas por avanzar. “En 10 años seremos una superpotencia”, ­augura Eduardo García. "Ideas del hombre y más .......".

Ángel de la guarda

F,P,D Univers.  Los Angeles.    LOS SANTOS ÁNGELES CUSTODIOS (2 OCTUBRE)

La Providencia ha determinado para cada uno de nosotros la carrera que ha de recorrer, el lugar en el Reino Eterno que debemos conquistar. "He aquí, dice El Señor, que yo envío a mi ángel, que caminará delante de vosotros, os protegerá e introducirá en el lugar que os tengo preparado".
Los ángeles custodios nos hacen conocer la Verdad, la virtud, el sólido y verdadero bien, y a él nos conducen. Cuando sentimos santas inspiraciones o alguna inclinación a desligarnos de las criaturas para entregarnos a Dios, recibimos, indudablemente, un buen consejo de nuestro caritativo guía. Nada más ingenioso que su celo por nuestra santificación. Unas veces nos propone el ejemplo de Jesucristo, o de los santos cuyo carácter tiene más relación con el nuestro; otras, nos pinta la brevedad de la vida, el momento de la muerte, la eternidad. Otras, ofrece a nuestra vista las bellezas de la virtud, los encantos de la paz, fruto de la buena conciencia; las coronas prometidas a la constante fidelidad. Nuestro trato con nuestro Ángel Custodio ha de tener un carácter amistoso, que reconozca a la vez su superioridad en naturaleza y gracia. Aunque su presencia sea menos sensible que la de un amigo de la Tierra, su eficacia es mucho mayor. Sus consejos y sugerencias vienen de Dios y penetran más profundamente que la voz humana. Y, a la vez, su capacidad para oírnos y comprendernos es muy superior a la del amigo más fiel; no sólo porque su permanencia a nuestro lado es continua, sino porque entra más hondo en nuestras intenciones, deseos y peticiones.
El Ángel puede llegar a nuestra imaginación directamente -sin palabra alguna- suscitando imágenes, recuerdos, impresiones, que nos señalan el camino a seguir. Nunca nos sentiremos solos si nos acostumbramos a tratar a ese amigo fiel y generoso, con el que podemos conversar familiarmente. El, además, une su oración a la nuestra y la presenta a Dios. Es necesario, sin embargo, que mentalmente le hablemos, porque no puede penetrar en nuestro entendimiento como lo hace Dios. Y entonces, él podrá deducir de nuestro interior más de lo que nosotros mismos somos capaces. "no podemos tener la pretensión de que los Ángeles nos obedezcan... Pero tenemos la absoluta seguridad de que los santos Ángeles nos oyen siempre", decía el ya santo José maría Escrivá de Balaguer. Hoy puede ser un día para reafirmar nuestra devoción al Ángel Custodio, pues es mucha la necesidad que tenemos de él. Busquemos en él fortaleza en la lucha ascética ordinaria, y ayuda para que encienda en nuestros corazones las llamas del Amor de Dios.




    "Ideas del hombre y más .......".

PIO XII

F,P,D Univers.2.- Apuntes para una biografía de Pio XII (24)

Por Jesús Martí Ballester


EL CARDENAL TISSERANT

-Usted, mujer, ejerce gran influencia sobre Su Santidad, ¿no? -dijo Tisserant, despreciativo, reanudando su diatriba-. Pues entonces ¡dígale a Pío XII que se resista resueltamente como lo haría Jesucristo! ¡De lo contrario usted será tan culpable como el propio Papa!
Habiéndose salido con la suya, Tisserant abandonó muy tieso la estancia. Pascualina se quedó sin habla, y le miró marchar, aturdida. Aquella confrontación la sorprendió no poco, porque cuando buscó el origen de su cólera, la monja descubrió que estaba de acuerdo con Tisserant.
Pascualina había encontrado la horma de su zapato en el genial y rollizo,”il francese”, quien, pese a ser un cincuentón, era un defensor militarista de la causa francesa y al mismo tiempo un eclesiástico capaz y vehemente del Vaticano. Durante la Primera Guerra Mundial se había distinguido como un oficial muy inteligente en el Estado Mayor Central del Ejército francés. Hablaba trece idiomas: francés, inglés, italiano, alemán, ruso, persa, griego, latín, hebreo, árabe, sirio, arameo y asirio. Además, dominaba las cinco lenguas semíticas.
No obstante su temperamento impetuoso y su agresividad a menudo profana, el deslenguado Tisserant era conocido en el Vaticano como uno de los cerebros más clarividentes de la Iglesia. Algunas veces el cardenal disfrutaba bromeando y tendiendo trampas a sus adversarios, una cualidad perversa que Pascualina comparaba a la del “gato jugando con un ratón". Pero, por lo general los argumentos del cardenal eran tan exaltados que le valían el resentimiento -e incluso la ira- de aquellos con quienes discrepaba.

EL RESPETO POR PIO XII

Al comenzar la Segunda Guerra Mundial, el respeto de Tisserant por Pío XII se tornó particularmente agrio. Esa animosidad se hizo evidente cuando el Papa no quiso dispensar al cardenal de sus funciones como director de la Biblioteca Vaticana, petición que le había hecho Tisserant para poder volver a Francia y servir en la guerra. No obstante su edad ya madura, el prelado creyó que sus virtudes militares le eran indispensables al Gobierno, y se quejó amargamente de ello ante los demás cardenales:
-Me encuentro en un estado de máxima inutilidad anclado aquí en el Vaticano, y por consiguiente, estoy pidiendo con insistencia al Santo Padre que me dé un destino en Francia.

LOS ZAPATOS DE JUAN XXIII

Aunque esa animosidad contra el inflexible Papa se intensificara progresivamente hasta el final de Pío XII, el astuto e indomable francés no se detuvo ahí sino que desafió también al sucesor de Pacelli, el cardenal Angelo Roncalli. Incluso el día en que Roncalli fuera aclamado como el Papa Juan XXIII, tras la muerte de Pío XII, el año 1958, Tisserant todavía hizo gala de su burda arrogancia.
Cuando Roncalli apareció por primera vez con la capa de armiño como nuevo Papa, Tisserant cogió del brazo al Santo Padre y llevándoselo aparte le susurró muy serio al oído:
-Santidad, ¡no se ha puesto usted el calzado adecuado!
El Papa Juan no se molestó en mirarse los pies. Alzando los brazos y ladeando la cabeza con su gesto característico, el anciano y rotundo Pontífice replicó:
-¡Vamos, Eminencia Tisserant! ¡Seguramente habrá cosas más importantes que mirar los zapatos!
Entre las tormentas desencadenadas por su controvertida actitud en tiempo de guerra, Pío XII se confió a su instinto de diplomático y marchó cautelosamente con la Iglesia por el sendero histórico de la neutralidad estricta. Sin embargo, percibió apesadumbrado que muchos interpretaron su silencio como una tendencia germanófila y antisemita. Entre los censores más acerbos del Papa -particularmente Tisserant- figuraron los propios consejeros papales.

LA GUERRA

Históricamente, cada Papa ha tenido que contender con su “Senado”, el Sacro Colegio Cardenalicio, para establecer la política papal. Incluso cuando el Santo Padre tomó concienzudamente la medida a Roosevelt y Churchill, Mussolini y Hitler, y cada uno de los demás líderes, sopesando las verdades y falsedades provenientes de ambos campos, Tisserant fustigó con creciente furia la política de Pío XII.
El 11 de junio de 1940 -un día después de que Italia entrara en la guerra-, Tisserant escribió lo siguiente a su compatriota el cardenal Emmanuel Suhard, arzobispo de París:
“Alemania e Italia se propondrán destruir a los habitantes de las zonas ocupadas tal como han hecho en Polonia... Las ideologías fascista e hitleriana han transformado la conciencia de los jóvenes... Todos aquellos menores de 35 años están dispuestos a perpetrar cualquier crimen siempre que ello les permita alcanzar el objetivo fijado por sus jefes... Mucho me temo que la Historia se vea obligada, con el tiempo, a formular acusaciones contra la Santa Sede por haber ejercido una política para su propio beneficio y poco más. Y eso resulta sumamente triste..., sobre todo cuando uno ha vivido bajo Pío XI.”

LAS CRÍTICAS DE SPELLMAN

Incluso el arzobispo de Nueva York, Spellman, por quien tanto hicieran Pascualina y el Papa, expresó graves prevenciones contra el silencio del Papa. En una carta al Secretario de Estado del Vaticano, cardenal Luigi Maglione, Spellman criticó sorprendentemente sin rodeos al Pontífice:
“El prestigio del Papa XII en América declina rápidamente debido a sus manifestaciones nebulosas -escribió Spellman-. El concordato -según prefería denominar a aquel pacto la Santa Sede- fue suscrito por Pío XI e Hitler en 1933. Allí se disponía que el clero vaticano prestara juramento de fidelidad a Hitler y al Tercer Reich. Asimismo se ordenaba que los obispos y sacerdotes católicos dijeran públicamente oraciones por el Führer y Alemania. En suma, la Iglesia se comprometía a no enfrentarse jamás con la dictadura de Hitler.
Por su parte, el Tercer Reich habíaprometido respetar y salvaguardar las iglesias de la Santa Sede y todas sus propiedades, incluyendo monasterios, conventos, seminarios, rectorías y escuelas parroquiales. Según juró Hitler, no habría interferencias extrañas ni usurpaciones en los derechos y propiedades de la Iglesia.
Por aquellas fechas, Pacelli creía que había una autoprotección lógica en las razones del Vaticano para avenirse con unas dictaduras cada vez más generalizadas por Europa. Cuarenta y cinco millones de católicos estaban bajo Hitler, y la población de Italia, el 96 % católica, se hallaba dominada por el fascismo. Durante años, nazis y fascistas habían sido las mejores defensas de la Santa Sede contra el comunismo, un movimiento empeñado desde hacía mucho en la destrucción total de la Iglesia Católica y la confiscación de todas sus propiedades y riquezas. Casi toda Europa luchaba con dificultades financieras y adolecía de impotencia política, justamente los elementos que manifestaban los rojos para el propio beneficio. Con anterioridad a la Segunda Guerra Mundial, Pacelli había creído que sin Hitler y Mussolini el continente caería inevitablemente en manos de los comunistas. Estaba convencido a la sazón de que si Italia se hiciese roja, el Vaticano y todo cuanto poseía pasarían a ser rápidamente unas pertenencias de los bolcheviques.
(Continuará). "Ideas del hombre y más .......".

PIO XII

F,P,D Univers.Apuntes para una biografía de Pio XII (21)

Por Jesús Martí Ballester

VICARIO DE CRISTO
Su Santidad empezó a orar. Luego el Papa brindó la sonrisa más espontánea y jubilosa que ella jamás viera. Para Pascualina, el Pontífice ofrecía ahora un aspecto regio y autoritario, como si poseyera el mundo. Eugenio Pacelli era Vicario de Cristo, obispo de Roma, sucesor del Príncipe de los Apóstoles, Pontífice Supremo de la Iglesia Universal, Patriarca de occidente, Primado de Italia, Arzobispo y Metropolitano de la provincia de Roma, Soberano del Estado de la Ciudad del Vaticano y Siervo de los Siervos de Dios.
Sin embargo, una hora después de abandonar el balcón de San Pedro, Pascualina encontró al Santo Padre en su alojamiento del Palacio Papal “sollozando como si se le partiera el corazón”.
Barret McGurn aludió a ese desfallecimiento del Papa en su libro A Reporter Looks at the Vatican: “Se ignora si la causa de esas lágrimas fue el temor, la sensación de incapacidad, el simple agotamiento o todo junto.”

LEALTAD A PIO XII

Aquella misma noche, el Sacro Colegio Cardenalicio se reunió una vez más en la Capilla Sextina. Bajo el famoso Crucifijo de Cristo cada prelado se arrodilló ante Pío XII -ya totalmente restablecido y sereno- para jurarle lealtad y obediencia.
Pascualina no pudo conciliar la humildad extrema de Pacelli durante el cónclave, con aquella media vuelta categórica en la coronación. En su opinión, la investidura de Pacelli fue “una exhibición pasmosa de pomposidad”; y cuando tuvieron la primera entrevista a solas, después de la ostentosa ceremonia, le expuso abiertamente no sólo una cuestión sino varias a la consideración del Santo Padre.
-Disculpe mi desconcierto, Santidad, pero no consigo comprender los cambios radicales de su corazón -empezó diciendo con tono quedo y cierto desenfado para no encresparle innecesariamente. A la sazón se hallaban en los aposentos privados del Papa. Ella le ayudó a quitarse la esclavina de armiño y la colgó cuidadosamente en un ropero.

UNA POSICIÓN EXTRAORDINARIA

Los penetrantes ojos negros del enjuto y sensitivo Pontífice siguieron cada uno de sus movimientos dejando entrever comprensión amigable.
-En el cónclave -le explicó con tono paciente-, me vi ante la cruda realidad de que yo, un hombre ordinario, pasaba a ocupar una posición extraordinaria como Vicario de Cristo en la Tierra. Este pensamiento me anonadó y me ofreció un buen motivo para escrutar mi mente y mi alma a fin de dilucidar si yo merecía ta1 honor. Pero la coronación fue un asunto muy distinto. Ni la pompa ni la adulación eran para mí sino para el honor y la gloria de Dios Todopoderoso. Yo soy un símbolo instituido para recordar a los fieles que le adoren a. El.
Aunque la elucidación de Pío XII aliviase un poco sus dudas sobre él, Pascualina sintió mucha más preocupación por su absoluta inercia ante el rápido deterioro de la situación mundial, cuando debiera haber adoptado ya un criterio firme cualquiera que fuese.
--¿Qué proyecta, Santidad, acerca de Hitler? -preguntó impulsivamente. Sus ojos evidenciaron gran inquietud. De repente sus temores y desvelos ensombrecieron la voz y el talante usualmente sosegados-.
Como Santo Padre, puede ejercer una influencia muy eficaz manifestándose contra él.

SOBRE HITLER

Pío XII no reaccionó con la vehemencia que ella esperaba; aparentemente las presunciones acerca de su pasividad no activaron ningún centro nervioso. Más bien se diría que pareció sereno, confiado, y,- haciendo caso omiso de sus intensas emociones la invitó a sentarse frente a él. Luego, cogiendo la mano de la monja y con una sonrisa entrañable, contestó en tono agradable, mesurado.
-Sor Pascualina, sé que usted habla con el corazón en la mano..., sobre todo con preocupación y amor por los pueblos del mundo entero -dijo.
A Pascualina le pareció tan amable y afectuoso como aquel tímido monaguillo a quien ella quería tanto, siendo niña, en la iglesia de San Sebastián de Ebersberg.
Su enorme decepción empezó a disiparse con el razonamiento preparatorio de Pacelli.
-El mundo, ajeno a los valores más profundos, suele buscar con excesiva frecuencia soluciones simplistas para muchos problemas complejos -prosiguió el Papa-. Cuando un hombre sencillo se transforma en Santo Padre no puede tolerar que las emociones o los impulsos alteren sus decisiones. El Santo Padre debe hacerse constantemente innumerables preguntas. Su Santidad no puede permitirse las actuaciones precipitadas; por el contrario, debe buscar una solución extraoficial de lo que sea preferible a largo plazo para el mayor bien de la Humanidad en su conjunto.
-Sin duda, Su Santidad no sugerirá que un déspota como Hitler puede redundar, a largo plazo, en un mayor bien de la Humanidad –le interrumpió Pascualina, intentando reprimir una vez más sus propias emociones.

ACCIONES ABIERTAS O EXTREMAS

-Ni por asomo, sor Pascualina -replicó muy tranquilo Pío XII-. En el caso de Hitler, sería muy fácil para el Santo Padre seguir la pauta de lo que pudiera parecer racional, u obvio o inevitable al mundo. Si el Santo Padre pensara en términos temporales, ésa sería una perfecta iniciativa, política y popular. Pero hay muchos millones de católicos piadosos cuyas mentes han sido captadas por Hitler..., y esas almas ciegas quedarían perdidas para la Iglesia si nuestras acciones fuesen abiertas o extremadas. Para salvar a esas almas el Santo Padre debe actuar con discreción. Desde luego, es preciso destruir al hitlerismo, pero nuestro método ha de ser sutil. Nosotros debemos proceder con premeditación aunque conservando al mismo tiempo la mesura. -E1 Papa miró implorante a la monja-. Ruegue por mí, hermana -añadió estrechándole la mano-. No es nada fácil ser Santo Padre.
Mientras él hablaba, Pascualina descubrió otra faceta del carácter tan poco explorado de Pío XII: una mente pragmática, escéptica, recién revisada. Al parecer, él adivinó sus pensamientos, pues prosiguió evaluando, incluido con más franqueza, la posición del Papado.
-Por todas las razones expuestas, es preciso que el Santo Padre evite, en todos los tiempos, un fuego cruzado incesante de censuras .y ataques, incluso odios. Ni la Iglesia ni el Papado pueden esperar jamás una escapatoria de esa triste e irremediable situación. Deberemos soportar por siempre el oneroso peso de la censura.

PREPARADO PARA LA MODERACIÓN

Su mensaje le llegó muy claro: el Santo Padre estaba preparado para la moderación y la mediación, mas no pensaba ni por un momento alzarse y luchar.
Un cambio repentino y dramático transformó el rostro del Papa. Pío XII se levantó con mirada fija, vacía; convirtióse al instante en una solitaria figura, adusta e inexpresiva que se replegó hacia una estancia contigua y cerró la puerta tras de sí.
Pascualina se preguntó dónde estaría aquel Pacelli valeroso, desafiante, quien muchos años atrás se encarara denodadamente con los desalmados rojos que habían asaltado a tiros su Nunciatura en la ciudad de Múnich.
A la monja le quedó tan sólo una opción: ser como una espina dorsal para el pensamiento y la fortaleza del Papa. No hubo ansia de poder o grandeza en sus motivaciones; más bien se diría que ella se vio entonces a sí misma como un contrafuerte -todavía protector- del Soberano Pontífice. Presintiendo los requerimientos perennes del Papado en el futuro, las horas interminables de deliberaciones, las responsabilidades decepcionantes, Pascualina se comprometió secretamente a darle su total apoyo. La tarea que se adjudicó tuvo por objeto nutrir la entereza del Papa, inspirarle y consolarle, apoyarle en cada una de sus tentativas plausibles…, y no obstante, ser por siempre su leal y solícita guardiana. Para hacer todo eso con éxito y tacto necesitaría sondear los pensamientos más profundos del Papa, sus diversos talantes, sentimientos y motivaciones.
-El mejor modo –se dijo resueltamente-, es ser siempre fiel a ti misma.
No obstante, Hitler había conseguido debilitar e insultar a la iglesia, y aun cuando Pío XI escribiera en su lecho de muerte una Encíclica pidiendo al mundo que se desembarazara del nazismo, Pío XII y su círculo de la jerarquía, mostraron un talante más conciliatorio respecto a la Alemania nazi. Adoptaron una actitud diametralmente opuesta a la posición inflexible del difunto Papa. De hecho, se doblegaron ante el jefe nazi, tal como hiciera ingenuamente Pacelli veinte años antes contribuyendo con fondos eclesiales al encumbramiento de Hitler. Como lo había hecho en Múnich.
El predecesor del nuevo Papa, tan militante en sus últimos días, había fomentado de tal modo las tensiones con la Alemania nazi, que Pacelli estimaba conveniente ofrecer una rama de olivo a Hitler. Cuando el Santo Padre anunció una nueva táctica de pacificación papal con Hitler, los prelados alemanes le animaron efusivos. Pío XII dijo a sus partidarios clericales:
-El mundo comprobará que nosotros lo hemos intentado todo para vivir en paz con la Alemania nazi.

MENSAJE DE PAZ

Aunque Pascualina no estuviera autorizada para expresar oficialmente su opinión, estuvo a punto de saltar encolerizada durante la sesión con los miembros alemanes del Sacro Colegio Cardenalicio a quienes Pacelli había convocado para hilvanar un compromiso con Hitler. Los extremos a que llegaron el Pontífice y sus adictos clericales para aplacar al Führer le parecieron absolutamente horrendos. Sus observaciones conciliatorias quedaron registradas en las minutas del primer acto oficial de Pío XII.
--Santo Padre: En 1878, León XIII envió un mensaje de paz a Alemania, hacia los comienzos de su Pontificado, en colaboración con todos los cardenales alemanes. Mi modesta persona quisiera hacer algo similar. (En este punto, Pío XII leyó el borrador de una misiva a Hitler en latín.) ¿Requiere alguna corrección o ampliación? Si sus Eminencias quieren aconsejarme les estaré muy agradecido.

LOS CARDENALES COLABORAN CON PIO XII

El Cardenal Bertram contestó que: No creo necesario añadir nada. El Cardenal Faulhaber, a su vez:
--No se puede expresar ningún deseo en una carta de este tipo. Tan sólo una bendición. Pero, ¿es preciso escribirla en latín? El Führer es muy susceptible acerca de las lenguas germánicas. Y no querrá llamar a los teólogos para que se la traduzcan. Excelente por lo que se refiere a su contenido.
--Santo Padre: La podemos enviar en alemán. Si se lo trata como un asunto meramente protocolario, tal vez pasen inadvertidas las implicaciones sobre el mal estado de cosas para la Iglesia. Y a mi juicio, ésa es la cuestión más importante. Quizá fuera mejor enviarla en latín y alemán.
El Cardenal Schulte, respondió: Por fin se decidió enviar la misiva en ambos idiomas. Luego surgió el siguiente problema:
(Continuará).
 "Ideas del hombre y más .......".

PIO XII

F,P,D Univers.Apuntes para una biografía de Pio XII (18)

Por Jesús Martí Ballester

EL CONFESOR DESAPRUEBA LA RELACIÓN DE PASCUALINA

Se ensimismó sobre todo porque su confesor, un monseñor viejo y gruñón, le había dicho que cometía un error.
-¡Sería escandaloso! -había rugido el anciano en el confesonario-. ¡Me importa poco que la idea sea del Santo Padre! Pío XI tiene setenta y cinco años. Debe estar volviéndose senil. Respecto al Secretario de Estado..., ¡ése debería avergonzarse! ¡Olvídese de la idea! –
Diciendo esto había cerrado la ventanilla que los separaba dejándola toda temblorosa en el confesonario.
Desde su llegada al Vaticano, Pascualina hablaba con su confesor dos veces por semana como mínimo. Él representaba su inestimable recurso para limpiar el alma de todo pecado, era el juez y el conducto para recibir la sagrada Eucaristía en la misa diaria. El abrir su mente y su corazón ante el sabio monseñor le daba más firmeza para discernir el mal y el bien, y reforzaba su adhesión a las enseñanzas de Cristo.
Pero cuando el sacerdote adoptó esa actitud intolerante, reprochándole incluso el haber pensado siquiera acercarse a Pacelli, la monja sufrió una crisis nerviosa y casi se desmoronó.

CRISIS NERVIOSA

Aquélla fue la decisión crucial de Pascualina. En las semanas subsiguientes, mientras escudriñaba el espejo de su alma esperando hallar la respuesta de Dios al dilema, Pacelli la apremió varias veces. Éste parecía demacrado y abatido con su agotador programa de veinticuatro horas diarias, y no podía comprender por qué se resistía ella a colaborar. Su brusquedad e impaciencia evidenciaban que ahora la necesitaba como nunca.
Según le decía él confidencialmente, la Secretaría de Estado con todas sus responsabilidades acarreaba una tensión mental continua. Tras la marcha de Spellman, todas las presiones y fuerzas parecían convergir en su persona. Él estaba utilizando mil pretextos para atraerla a su lado.

EMOCIONES DERROTISTAS

Nadie, ni siquiera Pascualina, pudo comprender las emociones derrotistas que embargaron a Pacelli ante la inmediata posibilidad de ser Papa. Para ella fue verdaderamente angustioso el contemplar cómo se desmoronaba en aquel momento culminante el representante de Cristo, el popular y venerado jefe de la Iglesia que sería con toda probabilidad el próximo Santo Padre para más de 1000.000 millones de católicos más o menos. Pues el prelado se comportó cual un actor tembloroso poco antes de representar su papel supremo.
-¡Miserere mei! -Pacelli lo repitió dramáticamente una y otra vez ante Pascualina, a quien había convocado de improviso en sus aposentos privados del Palacio Papal. Ella le había encontrado solo, el rostro desfigurado por la emoción mientras paseaba arriba y abajo retorciéndose las manos con aire patético-. ¡Ten piedad de mí!
Desde hacía algún tiempo se habían disipado casi todas las dudas en el exclusivo círculo interno del Papado sobre el acceso de Pacelli a la silla pontificia.
Durante los últimos años, Pío XI había dicho sin cesar a la jerarquía que Pacelli tenía atributos y méritos óptimos para sucederle como Santo Padre. El astuto y experimentado diplomático, cual manipulador de estadistas y naciones, destacaba sobre los demás candidatos al trono de San Pedro.
No obstante, aunque Pacelli tuviese la incomparable ventaja de ser Cardenal Secretario de Estado y por añadidura dominase como camarlengo el inminente cónclave para elegir nuevo Papa, su primer requisito -según lo entendía Pascualina- debería ser el de rehacerse cuanto antes. La decisión crítica para la elección oficial estaba todavía en manos del Sacro Colegio Cardenalicio.

PASCUALINA RECELOSA

Pascualina tenía buenas razones para mostrarse recelosa, pues sabía muy bien que si la jerarquía, -aun siendo unánimemente favorable a Pacelli- sospechara la menor vacilación y disgregación mental en el prelado, descartaría al instante su candidatura.
Los muchos años de experiencia habían enseñado a Pascualina que ni las expresiones de simpatía ni los halagos por su parte, paliarían la tremenda desesperación de Pacelli. Esa disposición aciaga necesitaba seguir su curso. Ahora bien, la monja, siempre dispuesta a aprovechar cualquier oportunidad, no perdió el tiempo.
-Usted cavile todo lo que le plazca, Eminencia -dijo impaciente Pascualina, sin la menor muestra de compasión-. No se puede perder ni un minuto. Yo necesito preparar los aposentos papales para acoger su presencia.
Sabía que la tradición eclesial requería varios días de responsabilidades y detalles agotadores entre la defunción de un Papa y el nombramiento de un sucesor. La emoción paralizaba demasiado a Pacelli impidiéndole moverse solo, sin ella. Por fortuna Pascualina tenía suficiente dinamismo e inspiración para tomar las principales iniciativas y decisiones que ella, con su sabiduría y experiencia, consideraba esenciales.

LOS APOSENTOS PAPALES

Así, pues, sin la menor autorización de Pacelli ni de ningún otro miembro de la jerarquía, Pascualina invadió los aposentos del Papa difunto y eliminó personas y cosas. Actuó con tanta deliberación como lo haría casi veinte años después, cuando llegase otro régimen poco conciliador que la privaría de toda autoridad y la expulsaría del Palacio Papal.
Pascualina dio por sentado que Jesús no quería en el trono de Pedro a nadie más que a Pacelli, no obstante las imponentes flaquezas humanas del prelado. Esperó que su propia entereza y su creencia inconmovible en las enseñanzas de Cristo iluminaran y fortalecieran al futuro Papa.
Sean cuales fuesen las reservas de Pacelli, Pascualina les atribuyó una importancia secundaria. Lo verdaderamente trascendental para la monja fue la potente eficacia de su espíritu alentador influyendo sobre la incertidumbre e irresolución de él.
Aquella noche Pacelli no pudo dormir, y Pascualina le reanimó diciendo:
-Jesús está siempre con usted y jamás le abandonará.
A lo largo de la Historia y durante un conclave no ha habido jamás una mujer dentro del recinto vaticano, celosamente guardado. Desde los primeros días del cristianismo, el conclave era un lugar de gloria varonil donde sólo se permitía votar a los altos poderes de la Iglesia.
Por aquellas fechas la votación quedaba circunscrita exclusivamente a los cardenales.

ACOMPAÑARLE EN CÓNCLAVE

No obstante, Pascualina, conociendo el triste estado de Pacelli, desafió esa tradición vaticana y con un aplomo absoluto le dijo durante el desayuno, tras una noche de insomnio:
-Yo le acompañaré al Cónclave y permaneceré cerca de usted mientras dure la elección.
Pacelli -aun siendo camarlengo con plena autoridad para admitir como ayudantes a quienes él y los demás cardenales quisieran-, consideró horrorizado ese empeño temerario en violar el lugar sagrado.
-¡No! -replicó con tono autoritario.
La idea de que él, el Cardenal Secretario de Estado o cualquier otro prelado, asistiera acompañado de una mujer a una elección papal, ceremonia reservada estrictamente para los varones, le pareció inconcebible.
-¡Sí! Iré allí -insistió Pascualina con idéntica determinación-. Dígame si Jesucristo excluyó jamás a las mujeres de Su morada. Ya he visto lo que han hecho de usted, como buen sacerdote, ciertos métodos del Vaticano. Yo le suplico, Eminencia, que considere mi método para promover un cambio. -Hizo una pausa. Cuando volvió a hablar, su voz fue más dulce-: Eminencia, he rogado la inspiración de Jesús para ayudarle a ser un Papa fuerte y bueno.
Por primera vez en sus veinticinco años de convivencia, el futuro Papa estrechó contra sí a la monja. La aferró cual un niño perdido abrazándose a su madre, buscó perdón y ánimo. En ese momento entrañable los ojos de ambos se llenaron de lágrimas.
-¡Dios mío! -susurró Pascualina-. ¡Ayúdanos, por favor!

EL CÓNCLAVE DE 1939

En la tarde del miércoles, 1 de marzo de 1939, diecinueve días después del fallecimiento de Pío XI, se inició el cónclave con la gran solemnidad ceremonial característica de Roma. Hacia el mediodía se incomunicó totalmente del mundo el área en torno a la plaza de San Pedro, incluyendo el Palacio Papal, la Capilla Sixtina y el Claustro de San Dámaso.
Casi todos los Príncipes del Sacro Colegio Cardenalicio estaban ya reunidos. Pacelli, como Chef de I'Eglise (jefe interino de la Iglesia), recibió entristecido a cada prelado en el marmóreo e impresionante Claustro de San Dámaso. Algunos acudieron solos, otros en grupo.
Por aquellas fechas, sesenta y dos cardenales componían el Sacro Colegio. Casi todos eran ancianos, la mayoría italianos, si bien había un número importante de los Estados Unidos y otras naciones donde predominaban las poblaciones católicas.
Pascualina, cargada con los medicamentos y otros objetos requeridos especialmente por Pacelli, llegó en plena confusión del acomodamiento. No se había acordado cuál debería ser el momento “justo” para la entrada de la monja. En cualquier caso, esa hora propicia tenía escasa importancia porque tarde o temprano toda la jerarquía se apercibiría de su presencia. Además, ella era una de esas personas que “prefieren pasar cuanto antes por los malos tragos”.
Cuando entró la monja, había numerosos prelados conferenciando en corros. Pascualina no había visto jamás unos hombres tan extrañados y estupefactos ante su Presencia.
-Percibí a mi alrededor una curiosidad tan extraña y tan poco deseable -comentó riéndose la monja muchos años después-, que por un instante deseé volver corriendo al Palacio y esconderme.

ESPECTACULAR ENTRADA

Aunque normalmente Pascualina fuera una religiosa de extremada discreción, su espectacular entrada fue un intento deliberado de hacer saber a todos lo cerca que ella estaba de Pacelli. Si se hubiese introducido sigilosamente, las mentes temerosas del escándalo habrían imaginado infinitas actividades extrañas. Ésta fue la conclusión de Pascualina. Los anticuados cardenales tendrán que aceptar la realidad, dijo para sí. La salud de Pacelli era precaria, su espíritu necesitaba enérgicos estímulos, su cuerpo requería sus cuidados. Cualesquiera que fuesen los pensamientos de la poderosa jerarquía, Pascualina tenía una preocupación, mucho mayor y más imperiosa: la necesidad que tenía de ella el Cardenal en aquel momento crucial.
Pascualina no permitió ni por un instante que se trasluciera su azoramiento. Con cabeza erguida y rostro pétreo se abrió paso entre los atónitos prelados. Miraba al frente, con la cara algo sonrojada. Mucho después diría con bastante guasa:
-Las monjas tienen una habilidad especial para evitar discretamente el contacto de ojos. "Ideas del hombre y más .......".