El escandalo alrededor de la mascara de Tutankamón fuerza el despido de la directora de restauración
La responsable del departamento, trasladada al modesto Museo de Carruajes Reales
ISMAEL MONZÓN El Cairo 28 ENE 2015 - 18:35 CET
El terremoto provocado por la rudimentaria operación facial de Tutankamón continúa generando réplicas. La primera víctima de esta moderna maldición ha sido la directora del departamento de Restauración del Museo Egipcio, Ilham AbdelRahman, destituida el martes y trasladada al modesto Museo de Carruajes Reales. En conversación telefónica, el director de Museos egipcios, Ahmed Sharaf, justificó la decisión por el oscurantismo con que se ha comportado la responsable durante esta crisis. Las autoridades reconocieron el pasado sábado que la barba se desprendió de la máscara dorada de Tutankamon en agosto y que varios empleados se apresuraron a pegarla con un adhesivo común, poco apropiado para una figura tan delicada. "La encargada del departamento no comunicó lo sucedido ni a mí, ni al director del museo, ni al ministerio", asegura Sharaf.
El propio titular de Antigüedades, Manduh al Damati, reconoció el sábado en declaraciones a los periodistas que se había enterado del entuerto por las filtraciones que comenzó a publicar la prensa. El enredo se desencadenó tras las declaraciones anónimas de varios trabajadores, testigos del pegado rápido al que fue sometido la barba del faraón.
Para avivar más el fuego, otra funcionaria del museo nacional declaró esta semana a medios egipcios que la máscara de Tutankamón que se exhibe es una réplica, puesto que la original fue robada en el asalto al edificio que se produjo hace justo cuatro años, el 28 de enero de 2011, durante la revolución contra el derrocado Hosni Mubarak. Es cierto que aquel día se expoliaron 54 piezas, de las que al menos 28 ya han sido recuperadas y expuestas de nuevo en sus salas.
El hasta ahora jefe del restauración del Museo Copto de El Cairo será quien tome las riendas de este departamento, que será completamente remodelado. Mientras tanto, un experto de la Unesco estudia estos días el estado de la máscara y una vez haya emitido su análisis, un comité formado por científicos, arqueólogos y otros técnicos tomará las medidas necesarias.Los tesoros del joven faraón, que se estima que reinó durante el breve periodo de 1332 a 1323 antes de Cristo, no escaparon de los daños. Dos figuras sufrieron desperfectos e incluso una estatua del rey sobre un leopardo acabó partida en dos. Sin embargo, era la primera vez que se especulaba con que la máscara, la joya de la corona de los más de 5.000 objetos que componen la colección, pudo correr esta suerte. "Estas declaraciones no tienen sentido, no hay nadie que pueda creer algo así. Vamos a despedir también a esta trabajadora, porque no tiene ninguna prueba de lo que dice", espetó el responsable de los museos.
Uno de ellos es el especialista alemán Christian Eckmann, que la semana pasada compareció junto al ministro para asegurar que la "reparación es irreversible". Según sus palabras, "es obvio que se podía haber hecho mejor", por lo que sugirió retirar los restos del pegamento utilizado y afianzar la barba con otro producto. "Es una operación muy delicada, pero se puede resolver".
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